Azul Maya es un pigmento color azul a verde azulado fabricado por las culturas de Mesoamérica como los mayas y los mexicas. Su composición química fue descubierta por el investigador mexicano Constantino Reyes-Valerio.
La pintura mezclaba paligorskita, índigo y copal fundido a fuego lento, la combinación buscaba aplacar al dios de la lluvia, según lo afirman los antropólogos de Wheaton College, en Llinois, y del museo Field, en Chicago.
El azul maya por largo tiempo ha sido de interés para los eruditos, tanto arqueólogos como químicos.
El pigmento azul maya resiste el paso del tiempo, el ácido, las condiciones climáticas, la biodegradación y los solventes químicos modernos.
El azul maya va de la selva a la montaña, de los mayas a los nahuas, de Bonampak al Templo Mayor y de esta cultura hasta los primeros murales en los que el sincretismo cultural se presenta.
De igual manera, en los conventos del siglo XVI los temas cristianos son abordados con los colores mesoamericanos: el azul maya tiñe el cielo y las bóvedas de los conventos franciscanos de Puebla.